En Cuba se tienen noticias de la presencia de la Casa de Fonogramas EDISON a partir de 1893, cuando la prensa periódica de esos años descubre a sus técnicos en La Habana, en funciones de registrar el arte musical cubano.
Es muy probable que estos primitivos registros en cilindros de metal recubiertos de cera recogiesen a nuestros guaracheros y cantadores. Sin embargo, mientras no se demuestre lo contrario, hay que considerar a la soprano habanera Rosalía Díaz de Herrera (1864-1948) conocida en el mundo discográfico cubano como Chalía Herrera, la primera voz cubana que se llevó al registro fonográfico, cuando grabó en 1897 algunos cilindros de dos minutos de duración para la marca Bettini Unnumbered y en 1898 la habanera “Tú”, del Maestro Eduardo Sánchez de Fuentes. De modo que en 1997 se conmemoró el Primer Centenario de la Fonografía Cubana.
La historia de la discografía en Cuba recoge la presencia de las firmas de fonogramas norteamericanas Edison Record, Zon-O-Phone, Victor Talking Machine Co. y la Columbia Phonograph Co. También constituye un elemento importante en esta historia la firma comercial Humara y Lastra S en C.
A partir de 1910 los de Humara se dedicaron a buscar talento artístico adecuado para los programas de grabaciones de la Victor. A la firma Humara y Lastra se le debe por tanto el descubrimiento de grandes artistas cubanos que llegaron a convertirse en estrellas del disco fonográfico de 78 RPM, entre muchísimos otros Manuel Corona, Eusebio Delfín, Bienvenido Julián Gutiérrez, y el éxito más importante, el Trío Matamoros y su célebre son “El que siembra su maíz”; seguirían artistas de la talla de Antonio Machín, Ernesto Lecuona, Dámaso Pérez Prado, Benny Moré, Orlando “Cascarita” Guerra y la Orquesta Aragón.
Entre 1903 y 1906 también visitan a Cuba otros sellos fonográficos interesados en incluir en sus catálogos de ventas a las agrupaciones cubanas de Enrique Peña, Pablo Valenzuela y Felipe P. Valdés, así como a la Banda Municipal de La Habana; algo después la orquesta de Félix González y los cantantes Floro Zorrilla, Miguel Zaballa, Juan Cruz, Adolfo Colombo, Regino López, Consuelo Novoa y Hortensia Valerón. Algunos de ellos ya habían realizado viajes a Estados Unidos para cumplimentar contratos de grabaciones.
Muchos artistas mantuvieron su aceptación en los sellos fonográficos con nuevas tecnologías, otros lamentablemente quedaron para la historia de la fonografía cubana. En 1908 se funda la Compañía Cubana de Fonógrafos, S.A. Esta publica un catálogo resumen en el que se relacionan los registros realizados en La Habana para las distintas firmas.
La Columbia Phonograph Co. instala definitivamente en Cuba su agencia representativa; al frente de la misma se designa al compositor cubano Jorge Anckerman, quien realiza una encomiástica labor, en la exquisita selección del talento musical a grabar por la Columbia. Merecen mención especial los diez registros realizados en 1913 al Quinteto de Trovadores Orientales de José “Pepe” Sánchez, así como los valiosos dúos registrados por las triples Luz Gil y Hortensia Valerón, ambas artistas del Teatro Alambra, que por entonces ya había asimilado totalmente la canción, el bolero y el danzón, con arreglos y orquestaciones de Manuel Mauri y Alberto Villalón.
La Columbia estuvo representada en Cuba por la casa comercial Hermanos Giralt.
En 1925 y con el desarrollo de las grabaciones por los sistemas eléctricos, ocurre la impronta del Sexteto Habanero en el mundo de las grabaciones ortofónicas, que se realizaron en La Habana y correspondieron a los sones “A la loma de Belén”, “Caballero silencio” y “Un meneito suave”.
El 2 de septiembre de 1926, el Sexteto Habanero se encuentra en la Ciudad de Nueva York realizando un grupo de registros de sones, entre otros “Tres lindas cubanas”. A partir de ese momento, y gracias al disco, el son se internacionaliza, desplazando con ello a otros ritmos cubanos en el gusto de los consumidores de música y compartiendo la preferencia con las interpretaciones de otras estrellas del disco de 78 RPM, como Rita Montaner, Mariano Meléndez, Fernando Collazo, Luisa María Morales y Antonio Machín.
En 1935 el empresario cubano Miguel Gabriel, propietario de la radioemisora CMQ, adquiere algunos equipos de grabaciones en desuso por la Victor. Con ellos se da a la tarea de grabar en Cuba a nuestros artistas, hecho que provocó un vuelco muy significativo en todo el espectro de la fonografía cubana, sobre todo en el momento en que la industria fonográfica universal estaba a las puertas de una verdadera etapa monopolista del ramo.
Para Cuba, el hecho de poder grabar a sus artistas en sus propios estudios, le abre un camino muy definido en el contexto fonográfico del orbe, pues con este acontecimiento la selección del talento propio para grabar resultó más amplia, dando lugar a que la fonografía cubana asumiera un estadío de carácter más nacional.
En 1943, el ingeniero cubano Ramón Sabat establece la Cuban Plastic and Record Co., la cual se da a la tarea de fabricar y prensar discos cubanos con carácter comercial. En 1944, Sabat funda la firma Pan-Art, primer sello discográfico genuinamente cubano.
La Pan-Art (luego Panart) de inmediato deviene en una fuerte contrincante para la archipoderosa RCA Victor, pues muchos artistas cubanos graban con la firma del país, dado el caso de que con Ésta sus discos salían al mercado en mucho menos tiempo.
En 1949 el disco de microestrías de 33 _ RPM, es adoptado por la Columbia Record y el disco de 45 RPM por la RCA Victor. Para los primeros días del año 1950, la Panart pone en circulación sus primeros discos de larga duración (LD) prensados en Cuba.
El éxito de la Panart abre nuevas perspectivas a otros industriales e inversionistas cubanos; en 1954 aparece el sello Puchito, de Jesús Goris y en 1957 Gema, de los Hermanos Álvarez Guedes; después vendrían Kubaney, Maype, Modiner, Velvet, Rosell Record y Discuba. Con ellos surgen nuevas estrellas del disco cubano, Rolando Laserie, Celeste Mendosa, Bertha Dupuy, “Tata” Ramos, Fernando Álvarez, “Rolo” Martínez, Blanca Rosa Gil, “Ñico” Membiela y Orlando Contreras; así como ocurre la reafirmación, como super estrellas del disco cubano, de artistas triunfadores en el medio desde los años cuarenta, como Celia Cruz, Bienvenido Granda y René Cabell.
El 29 de mayo de 1961 y dentro del proceso de nacionalización de empresas llevado a cabo por el Gobierno Revolucionario, la Cuban Plastic and Record Corporation pasa a ser dirigida por la Imprenta Nacional de Cuba y algo después surge el sello Areíto al cual se añade posteriormente el Siboney, ambos de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM), la cual desarrolla una política de grabación discográfica con un pronunciado acento cultural.
Actualmente la industria cubana del disco se suma al contexto sonoro mundial, al asimilar con mucha naturalidad el Compact Disc (CD) que inexorablemente desplaza al disco negro de microestrías.
Durante tres décadas EGREM tuvo la responsabilidad absoluta de realizar y difundir el fonograma cubano, para lo cual desarrolló sus producciones con artistas y agrupaciones que habían obtenido el éxito en ese medio, y promovió internacionalmente la nueva música cubana de todos los géneros y estilos que se creaban en el país, combinando repertorios, figuras y agrupaciones provenientes de la tradición, a los que se unían los nuevos valores: Carlos Puebla, Barbarito Diez, Tito Gómez, Celeste Mendosa, Los Papines, Juan Formell y Van Van, Teresita Fernández, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Amadeo Roldán, Alejandro García Catarla, Harold Gramatges, Carlos Fariñas, Juan Blanco, Leo Brouwer, Frank Fernández, Orquesta Sinfónica Nacional, Coro Nacional de Cuba … entre tantos muchos otros.
En la actualidad, nuevas casas y sellos discográficos comparten el ámbito del fonograma cubano: ARTex, primera empresa del país que llevó al mercado el disco compacto, con su actual casa disquera BIS Music y los sellos Tributo, Meneo y Sésamo; Producciones Abdala con su sello Unicornio; RTV Comercial y su sello Cuba es música, que promueve mediante soportes discográficos las grabaciones valiosas existentes en los archivos de la Radio y la TV Cubanas y Producciones Colibrí del Instituto Cubano de la Música, con sus sellos In Situ, Cinquillo y Roldán.