De forma parecida a la guitarra, pero con doce clavijas pertenecientes a seis cuerdas dobles tensadas. Se ejecuta con púa y, en ocasiones, con los dedos. Su nombre puede variar, pues también se reconoce como tiple, bandurria o seis.
La construcción del laúd se realiza de manera artesanal y muy pocos se atreven a hacerlo por la dificultad que implica la elaboración de la caja.
En la música cubana, el laúd interpreta géneros cantables y bailables, en particular de los correspondientes a los géneros punto y son. Es interpretado en festividades y conmemoraciones laicas y su función musical es fundamentalmente de carácter melódico e improvisatorio. El repertorio se aprende empíricamente por los ejecutantes, pues la improvisación depende de las aptitudes de cada intérprete y la calidad del laudista depende, en gran medida de su conocimiento del entorno cultural-musical en que se desenvuelve.
La presencia del laúd en la música cubana está vinculada, fundamentalmente, con los inmigrantes peninsulares y canarios que arribaron a Cuba durante el período colonial y en los primeros años del siglo XX.